Un repaso al laberinto interior de Francisco de Holanda

Martes, 07 Noviembre, 2017

Manuel Parada (IH) es comisario de la muestra de la Biblioteca Nacional de España en la que se conmemora el quinto centenario del nacimiento de este erudito portugués

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Francisco de Holanda (1517-1584) defiende el concepto de la luz, es un iluminador en sentido estricto, ya que decora manuscritos iluminados. Aparte de darle color a la obra, el portugués cuenta con una mentalidad de anticuario cuando introduce medidas y otros datos en sus trabajos. Estos son algunos de los aspectos que hacen que Francisco de Holanda fuera un artista y un erudito humanista que reivindicó el papel de las artes liberales. Así, llegó a compartir escenarios con grandes intelectuales, como por ejemplo Miguel Ángel. Desde muy joven manifestó su obsesión por dominar todos los campos del conocimiento.

Esta figura del Renacimiento es el centro de ‘Francisco de Holanda (1517-1584) en su quinto centenario: Viaje iniciático por la vanguardia del Renacimiento’, muestra comisariada por Manuel Parada, investigador perteneciente al Instituto de Historia del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC (IH, CCH-CSIC) junto con Enrique Schiaffino, investigador experto en Derecho y en Psicología. Mediante el uso de diversas obras ilustradas, en la exposición que acoge la Biblioteca Nacional de España hasta el 14 de enero se exhibe la progresión de los  retos personales y de catarsis de este erudito ibérico.

Esta figura del Renacimiento nació en la corte portuguesa, en Lisboa, y su padre, Antonio de Holanda, fue un miniaturista y cartógrafo de origen flamenco. Así, se retrata a un personaje que recoge varias tendencias según aclara Manuel Parada: “Francisco de Holanda cuenta con experiencias en los dos modelos más importantes para la historiografía moderna, el italiano y el flamenco. Además, también conoce la tradición de la península ibérica, del mundo hispánico que, además, es protagonista en ese momento con el descubrimiento del nuevo mundo”.

El investigador detalla que el portugués nace en un mundo en  constante cambio, en el periodo Manierista y añade: “De esta época recordamos un mundo muy luminoso, muy optimista, muy positivo, pero también era un mundo con muchos problemas, un lugar conflictivo”. Igualmente, para Holanda fue fundamental en su formación su viaje a Italia en 1538. “Con tan solo 20 años se hace amigo de Miguel Ángel y entra en el círculo erudito neoplatónico y, por decirlo de alguna manera, iniciático de la poetisa Victoria Colonna. Holanda formó parte de uno de los principales círculos del estudio anticuario y de la especulación mística teológico metafísica en ese momento en Europa”, señala Parada.

 

Un intelectual desconocido
Entonces, ¿por qué Francisco de Holanda es un gran olvidado para el público en general? “Esta figura ha tenido mala suerte desde el punto de vista historiográfico, porque su obra ha estado prácticamente desconocida hasta finales del siglo XVIII y no ha sido seriamente estudiada hasta finales del siglo XIX y principios del siglo XX, pues es un artista además teórico tratadista fundamental”, precisa Manuel Parada.

En ‘Francisco de Holanda (1517-1584) en su quinto centenario: Viaje iniciático por la vanguardia del Renacimiento’, nuestro objetivo no es solamente llevarlo a los especialistas, sino al gran público. Uno de los motivos por los que es un gran olvidado es por el soporte en el que trabaja. No es un artista mediático porque se dedica a la miniatura fundamentalmente y es un área con dificultades de conservación y muy minusvalorada. Además, ha tenido mala suerte, quizás, porque pecó trabajando únicamente para las élites, lo que implicaba que sus tratados no se llevaran a la imprenta y se difundieran de otras formas menos masivas. Al emplear otros mecanismos para su transmisión, con el tiempo ha caído en el olvido. Así, no llegó a los primeros autores de la Historia del Arte como disciplina científica, que son los que han creado los tópicos de lo que es el Renacimiento, que son discursos que conviene actualizar y revisar”.

Manuel Parada, investigador del Instituto de Historia del CCHS

Manuel Parada destaca la importancia de que en Holanda confluye un “maridaje de iconografía medieval, tradición de larga trayectoria, arte contemporáneo inspirado en el mundo clásico y finalmente conocimiento científico de su momento”. Estos son algunos de los conceptos que se representan en ‘De aetatibus mundi imagines’ (1545-1573 ), la obra que obsesionó a Francisco de Holanda, que es una de las joyas de la Biblioteca Nacional de España y fue pieza central de esta exposición hasta el 22 de octubre. Creación de las luminarias, en De aetatibus mundi imagines (1545-1573), BNE, Francisco de HolandaEsta obra constituye una historia ilustrada del mundo desde el Génesis hasta el Apocalipsis; un discurso humanístico y de espiritualidad que atraviesa, como un relato del pensamiento, toda la historia de Occidente, hacia el fin último de la humanidad, en la utopía del amor divino. Manuel Parada también subraya que una de las aspiraciones de Francisco de Holanda era contribuir con un mundo mejor para la humanidad, “en el fondo, el portugués pretendía ser mejor persona y aportar algo a los demás”.

 

“Creímos que la mejor aproximación para una persona que no conoce a Francisco de Holanda era dejar hablar al propio artista y no solo al comisario. Así, con frases clave hemos querido que el espectador contacte directamente con la obra plástica y teórica que se recoge en la exposición”, afirma Parada. Además, con el uso de diferentes vitrinas y una iluminación tenue, los comisarios de la muestra han conseguido que las obras sobresalgan. En un total de cuatro secciones, Parada y Schiaffino han diseccionado las facetas más importantes del laberíntico trabajo de Francisco de Holanda. La primera aborda la cosmovisión y el génesis, entre otros aspectos. En la segunda sección se habla del encuentro con la antigüedad a través del estudio anticuario y de su viaje a Italia. El tercer apartado de la muestra se aproxima a ese viaje y al encuentro con el monstruo, con el Minotauro, con el Apocalipsis, en definitiva, con la vida después de la muerte. Por último, en la cuarta sección de la exposición, se pone el foco en la figura de Holanda como tratadista.       

Conviene saber
Dónde: Biblioteca Nacional de España
Cuándo: Hasta el 14 de enero. De martes a sábado de 10.00 a 20.00 horas. Domingos y festivos de 10.00 a 14.00 horas. Último pase media hora antes del cierre.
Entrada libre y gratuita.
Más información.

Triana Rubio (CCHS-CSIC)

Un repaso al laberinto interior de Francisco de Holanda
Dpto. de Historia del Arte y Patrimonio
Historia del Arte y Cultura Visual